19 de diciembre de 2006

ENTREVISTA A RALPH BARBY


En toda librería antigua que se precie existen estanterías escondidas que acumulan polvo con el paso del tiempo. Y en ellas se amontonan decenas de libros que muchos han olvidado. Sin embargo, el que sabe apreciarlos descubre casi un tesoro.
Algo parecido ocurre con las novelas, también conocidas como “novelas de a duro”. Los pulps españoles. Aquellas novelas del oeste, de misterio o de ciencia ficción que todo el mundo ha leído alguna vez.
Los autores, prácticamente en su totalidad españoles, usaban seudónimos anglosajones que añadían un toque exótico en aquella época a la novela. El producto final era una pequeña novelita que en los casos más notables, a pesar de su estructura y argumento sencillo conseguía entretener y emocionar al lector, que en muchas ocasiones se iniciaban así en la lectura.
Ralph Barby, químico de profesión, escribió casi mil novelas, muchas de ellas para las colecciones de terror (Selección Terror de Bruguera y Escalofríos de Terror de la Editorial Olimpic quizá sean más populares). A diferencia de sus compañeros, en las novelas de Barby lo sobrenatural tenía mucha importancia, mientras que otros autores buscaban un final más racional (que en ocasiones estropeaba el relato). Ralph Barby ha recibido numerosos premios (Hucha de Plata, Ateneo de Valladolid…), ha colaborado con la Biblioteca del Congreso de Washington en EEUU, alguna de sus novelas se ha llevado al cine (como "Cinco mil dólares de recompensa") y ha participado en varias recopilaciones de cuentos. Esta entrevista es el homenaje del Fanzine Infernaliana a la carrera de Ralph Barby y a todos aquellos escritores que escribieron novelas en las colecciones de terror, nuestras favoritas.

Ralph Barby es el pseudónimo que utilizaste en las casi mil novelas que escribiste para las editoriales Bruguera, Olimpic, Rollan, etc. Una americanización de tu nombre real: Rafael Barberán. ¿Tuviste problemas con tu pseudónimo y la censura en las editoriales?
Sí, es una anglosajonización de mi propio nombre. El cambio de nombre en los artistas es muy habitual, Pablo Neruda no se llamaba así, tampoco Kirk Douglas, ni muchos cantantes o el propio El Greco como pintor. Es normal en los EEUU tener un nombre profesional y yo me siento muy orgulloso de Ralph Barby. También es cierto que en la época en que se comenzó a escribir con este pseudónimo eran las editoras las que no querían nombres españoles, podía parecer que teníamos menos imaginación o menos profesionalidad como novelistas, pero una vez puesto el pseudónimo, muy bien, lo llevo bordado en jerséis y también lo tengo en un sello de oro. Respecto al pseudónimo, ningún problema con la censura, sí los hubo con temas o parrafadas, cosas de la época.

Ralph Barby también debe parte de su obra a Àngels Gimeno, persona con la que compartes la autoría de estas novelas, ¿no es así? ¿Podrías contarnos más acerca de ella y de su aportación?
Àngels es mi compañera, mi colega, mi todo desde antes de comenzar a escribir. Ella fue quien me pidió que escribiera y yo, por aquel tiempo, no sabía ni escribir a máquina. Àngels me impuso los ejercicios de mecanografía y gracias a eso escribo con los diez deditos. Àngels también escribe y edita sus propias novelas. Yo soy más bruto. De estilo, léxico, gramática y ortografía sabe más que yo, y soy incapaz de mejorar sus escritos. Por decirlo con una metáfora, soy un diamante en bruto que ella pule, talla y convierte en un brillante. En la obra de Ralph Barby la colaboración entre ambos ha sido estrecha, total y permanente.

Más de quince millones de novelas vendidas sólo en España, premios en todo el mundo, reconocimientos, etc. Sin embargo, y a diferencia de tus fieles fans, tu obra se ha olvidado bastante a pesar de la popularidad de aquellos años. ¿No te sientes un autor marginado, por decirlo de alguna manera?
Tu pregunta me ha dejado preocupado, antes de responder he pinchado en el Google y uauuuh!!! He podido comprobar que tengo más páginas en el ciberespacio que otros escritores con premios como el Planeta o el Nadal. A los que escriben en dominicales, revistas, periódicos o participan en las tertulias radiofónicas o televisivas se les conoce más por estos trabajos que por sus novelas. No, no me siento olvidado, todo tiene su tiempo, la inmortalidad sólo es una quimera. Un mojón de hormigón puesto sobre el océano, se hunde y desaparece. Existen los tiempos del recuerdo, las generaciones se suceden y unas obras, sea por el motivo que fuere, ahora no voy a disertar al respecto, su memoria dura más. De las propias novelas de Ralph Barby unas duran más que otras en el colectivo de lectores. He recibido e-mails de los lugares más dispares del planeta y siempre me dan las gracias. ¿Os parece poco que novelas publicadas con un soporte ínfimo y a un precio ridículo, que se compraban para ser leídas y nunca para dejarlas en una estantería, después de más de treinta años sigan diciendo que les parecen interesantes y personas con menos de esos treinta años?
En cuanto a marginado, todos los escritores no dejamos de serlo, aunque por circunstancias de la vida me considero un excéntrico tangencial.

Por supuesto, estamos totalmente de acuerdo contigo en que el fenómeno Ralph Barby es muy curioso. Dejando a un lado la calidad de las ediciones (que a mi me encantan tal y como eran), tu obra permanece en la memoria de muchos lectores de las “novelas de a duro” y de gente más joven que por una razón u otra accedió a tu obra, porque son capaces de introducirte en un mundo oculto, misterioso, en el que a pesar de la enorme carga de fantasía, queda abierta la posibilidad de que exista algo escondido, un misterio aún más aterrador, y por lo tanto, más interesante, ¿no te parece?
Mi pensamiento literario es poliédrico, por tanto unas caras son opuestas a otras y hasta es posible que contradictorias, además me parece que este poliedro es irregular y hasta puede que racionalmente sea una figura imposible, pero en el telar cerebral (como diría Carl Sagan) todo son maravillas que tratamos de atrapar sin conseguirlo dentro de un academicismo. Si te evades de la realidad, si te sumerges en una ensoñación y luego eres capaz de escribir lo que tu mente ha vivido, habrás conseguido la fórmula del contador de historias.

De todas aquellas novelas, ¿cuál recuerdas con mayor cariño?
Quiero a todas las novelas, todas son nuestras hijas, ahora bien, si he de elegir algún título, me decanto por “Viaje al Horror” (Extra-Selección Terror), “Un pájaro llamado Leonard” o “Yo compré un castillo”. Evité escribir sobre vampiros y hombres lobos, porque era lo más fácil y lo que iban a hacer los demás novelistas, de todos modos escribí alguna obra para demostrar que no había ningún problema en ello.


En tus novelas la ambientación, los personajes, el erotismo, etc, recuerdan a muchas de las películas de terror de la época, ¿no te parece? ¿Cómo te influía el cine de la época en tus novelas?
Supongo que el cine sí ha ejercido una gran influencia en forma de expresión literaria, por ello el lector puede “ver” lo que yo describo.

¿Y cuáles son tus películas de cine fantástico favoritas?
Dejadme que suspire antes de responder... Soy un adicto a las películas interesantes y en fantasía me han gustado muchas, las “gore” ninguna. El “Drácula” de Francis Ford Coppola, “Odisea del Espacio 2001”. Supongo que de niño me impresionaron muchas, “Psicosis” está bien hecha, “El Exorcista” también y la última que he visto, “El Laberinto del Fauno”, es una buena obra que mezcla la fantasía con la política (un excelente cóctel).

¿Y cuáles son los escritores que han influido en tu carrera?
Leí gran cantidad de novelas populares de todos los géneros cuando era un niño, caminaba por mitad de amplias calzadas de Barcelona, los coches me sorteaban y yo iba absorto leyendo camino de la escuela. Cuando comencé a escribir, ya no leí ni una sola novela más de mis colegas, de esta forma no podía quedar influenciado por nadie y el resultado era yo mismo. Mi cultura literaria es heterodoxa, por ello soy más libre de pensamiento, pero no voy ahora a ponerme pedante y a nombrar a los grandes escritores que han podido influenciarme.

Hemos intentado quedarnos con una de tus novelas y la elección ha sido "Roja y Diabólica" (Bruguera, 1984). Nos encantó especialmente el último párrafo que decía:
" Amigo lector, si en alguna ocasión encuentras la bola de cristal roja, la verdadera, la que encierra los ojos de Satán, o descubres el lugar donde se halla el Necronomicón, por favor, escríbeme".
¿Te interesan este tipo de temas o era parte de la ambientación de la novela? ¿Qué es lo más curioso que te ha pasado?
He escrito muchas historias por el oficio de novelista, pero no pocas con el misterio del subconsciente como ya he dicho y las de Terror, todas, no me preguntes por qué. Si cojo una novela de Ralph Barby y me pongo a leerla, para mí es nueva, me sorprende, me gusta. Si Àngels me da una sinopsis de una novela para que la rescriba, sin yo leer esa novela, la vuelvo a escribir y me sale casi fotocopiada, misterios de la mente. Admito que mentalmente soy algo especial, ni mejor ni peor pero sí algo especial. Cuando estoy en lugares digamos que singulares, escenarios de historias acaecidas, capto sensaciones y en otro momento me surgen historias referentes a ese sitio. ¿Anécdotas? Muchas. La vida de Àngels y mía siempre ha sido como profesionales de la narrativa, nos llevamos hasta la máquina de escribir para el viaje de bodas, había tiempo para todo y los editores siempre estaban pidiendo originales. Por los años ochenta vendíamos cerca de veinte mil ejemplares semanales y algunas novelas incluso eran reediciones con las mismas tiradas.

Otro de los atractivos de estas novelas eran los dibujos de las portadas. ¿Cómo eran elegidos?
No tenía más contacto con los dibujantes portadistas que, mediante tres líneas escritas, decirles más o menos qué podían poner en la portada, pero no siempre me hacían caso.


Por último, ¿podrías enviar un saludo a tus fans que estén leyendo ahora INFERNALIANA?
Lloviznaba, hacía frío aquella tarde de febrero en que las minúsculas y sucias gotas de lluvia empañaban el amplio cristal del escaparate de la tienda esotérica de la calle Princesa de Barcelona. Cuando creí ver la bola de vidrio rojo sobre un paño de negro terciopelo, ¿era la que estaba buscando o acaso fue la que vi en una mugrienta tienda del Portobello londinense? Puede que ni la una ni la otra, recuerdo que al caminar por la acera junto al muro del cementerio del Père Lachaise en París, con las manos bien hundidas en los bolsillos del abrigo para evitar que la gélida neblina anquilosara mis dedos, noté algo especial, sí, algo que se metió en mis venas y acidificó mi sangre que aceleró el flujo al pasar por mi mente. Mis ojos se fijaron en una mujer alta con larga falda de gitana que le llegaba hasta los viejos zapatos, no le vi el rostro, andaba aprisa, más por alejarse que por llegar pronto a alguna parte. Una bolsa de piel de serraje oscuro, casi negro, con flecos, colgaba de su hombro izquierdo, algo pesado y redondo parecía moverse allí dentro. ¿Sería la bola roja que yo deseaba encontrar?
Queridos lectores y adictos de Infernaliana, si alguna vez la encontráis, hacédmelo saber, mientras recibid un cordial saludo de Ralph Barby.